Liam: Mami quiero una galleta
Mami: vale, toma cariño
Liam: pero esta no, quiero otra (llora porque no sabe ni lo que quiere)
Mami: vale (se la cojo para darle otra, llora porque se lo has quitado)
Liam: noooooo, yo quiero esa y continua el lloro, pataleta berrinche
¿A alguien le resulta familia esa escena?
Un niño de dos años, es el que llora porque quiere algo, llora porque no se lo dan, si se lo das se queja y resulta que quiere otra cosa y si se lo quitas PEOR, total, que no saben lo que quieren y su manera de reaccionar son las temidas rabietas y pataletas.
Pero hoy no vengo a hablar de ellas, porque ya las conocemos de sobra y sabemos que pueden salir sin motivo, con motivo, porque se mueva una hoja o porque deje de hacerlo, son impredescibles en muchos casos, aunque en otros, podemos tomar señales para saber cuando nuestro niño puede explotar.
Para mi, las emociones son VITALES y tener un control emocional y realizar con nuestros niños un trabajo de educación emocional es muy importante, tanto como enseñarle contenidos, pero aquí acuño la frase de mi maestro favorito que dice: Prefiero que de mi clase salgan niños burros en cuanto a contenidos, pero que les haya ayudado a crecer como personas.
Hoy quiero hablar de la emoción que subyace detrás de las rabietas, la RABIA, esta es una emoción de alta intensidad que nos impulsa a confrontar la causa de una frustración puntual. Los padres no sabemos muy bien que hacer, pero hay que entender que son niños pequeños que aun no tienen desarrollado el lenguaje suficiente como para expresar con palabras la frustración que sienten y solamente saben expresarlo así.
Una de las técnicas más extendidas recientemente, es el frasco de la calma, al contrario de lo que muchos piensan, es una técnica antigua, desarrollada por la doctora Montessori para lidiar con las emociones intensas de rabia de los niños, ella desde su pedagogía, entendía que el niño es un ser en formación que hay que ayudar a que de lo máximo de si mismo e incluía esta técnica, no como un castigo, sino como un recurso para que el niño entre en calma.